Entrevista realizada en 2007 por la profesora Fulvia Morales de Castillo, catedrática de la Universidad de Panamá, para la antología “Cuento que te quiero cuento” donde aparecen los cuentos “Sueños” y “Piel de tigre” de José Luis Rodríguez Pittí.
Fulvia Morales de Castillo: Háblenos brevemente acerca de su muy particular concepción del cuento como género literario.
José Luis Rodríguez Pittí: El cuento es el género literario más perfecto pues en él converge lo mejor del arte literario.
«Medio de expresión que nos concede narrar lo efímero o lo trascendente; retratar el universo entero o una ínfima de sus partículas. Por su brevedad, nos obliga a expresar las ideas más complejas de manera contundente, precisa. Por su forma, su estructura, su trama rápida nos da la capacidad de sorprender al más sesudo de los intelectuales. Por la estética del lenguaje poético con el que podemos construirlo, nos es posible emocionar, calar intensamente en el alma más sensible.
El cuento siempre nos deja una huella honda: podemos olvidarnos de sus palabras exactas, pero nunca de la impresión que se nos graba completa en la mente.
Pequeña forma de expresión, el cuento parece una cosa simple como aparenta serlo la luz de las estrellas.
FMC: ¿Por qué escribe cuentos y, entre los que hasta el momento ha publicado, cuáles son sus preferidos y por qué?
JLRP: Escribo porque hay cosas en mi mente que no puedo expresar de otra manera. Estimulado por todo lo que activa mis sentidos, me es inevitable tomar la pluma y trazar ese producto del pensamiento con los símbolos que me da el idioma. Al final, el género o la forma en que lo haga dependerá de lo que tenga que decir en ese momento, y el cuento no es más que uno de los métodos.
«De lo que he dado al lector, mi cuento favorito es el último que publiqué, “Por una tonada”. De lo que he dado a la imprenta (no es igual, pues ha sido en medios distintos) mi narración favorita, la que mejor me describe, es una de las que aparecen en esta antología, “Piel de tigre”. Pero esto es momentáneo: tengo un cuento que me gusta más pero no he terminado. Espero publicarlo pronto para poder escribir otro que tome su lugar en ese orden personal.
«Pero mis preferencias tienen una importancia nula, pues llegará un punto en el inconcebible futuro en que, como cada acto humano, todo lo mío quedará perdido irremediablemente.
FMC: ¿Cómo es su ingreso al mundo literario, como lector y como escritor?
JLRP: Es curioso: en mi recuerdo de lector no existe ese punto de transición. Fue algo que empezó antes que mis recuerdos.
«Mi madre fue responsable de ese comienzo. Desde muy pequeño me leía a diario cuentos, historias, los relatos clásicos de las letras infantiles. Mi padre, por otro lado, al enseñarme a apreciar las sobrecogedora belleza natural del mundo y del arte, me llevó bien adentro del mundo literario y me preparó para dejarme libre: de su boca y por su ejemplo me instruyó en el amor y el respeto por la literatura, la música y todo cuanto el ser humano ha hecho con su arte o ciencia.
«Discos y libros siempre abundaron en casa de mis padres y mis abuelos, y al igual que las películas que veíamos, eran el tema de conversación de sobremesa. Así que fue natural que creciera con la cabeza llena de historias, frases hermosas y juegos de palabras leídos de otros o inventados por mi.
«Un día de mi adolescencia descubrí que escribiendo eso que tenía en la mente podía influir notablemente en otras personas, mucho más que si sólo lo decía. Por experiencia de primera mano descubrí el poder de la palabra escrita, cuya belleza ya conocía muy bien.
«Poco tiempo pasó para que empezara a llenar cuadernos con toda clase de cosas. Aún se acumulan en casa, mi oficina, incluso en el auto.
FMC: ¿Podría comentarnos cuál es su visión de la actual cuentística nacional y cuáles sus expectativas con respecto a su desarrollo?
JLRP: Es un hecho único en nuestra historia que hoy es el género literario más ampliamente difundido y practicado en Panamá. Creo también que es el género en que el mayor número de autores ha alcanzado un alto grado de calidad.
«Dada la facilidad para publicar, sobre todo por la Internet y, en menor grado, por las revistas, creo que la práctica de este género seguirá creciendo en número y en calidad. Si a esto sumamos los talleres literarios e, incluso, los diplomados universitarios, pienso que tendremos cada vez más y mejores autores.
FMC: Todo escritor es necesariamente un atento lector. ¿Cuáles son las obras que más aprecia, ya sea porque lo ayudaron a formarse o simplemente porque dejaron una huella importante en su desarrollo intelectual y humano?
JLRP: Para un lector voraz, como yo, es muy difícil hacer este tipo de elección. ¿Cómo mencionar a Borges como influencia principal e ignorar a Kafka, Paz u Homero?
«Por otro lado, siempre he creído que el pensamiento lo formamos con todo lo que nos entra por los sentidos, y no sólo con las lecturas. Así que, ¿cómo mencionar a Borges como principal influencia e ignorar a Jobim, Chopin, Kubrick, Monet o Sebastião Salgado?
«De muy niño, ateniéndome a las influencias literarias, obviamente lo hicieron los autores de cuentos infantiles. Luego, su tanto hicieron la literatura juvenil, sobre todo de aventura, y los clásicos que generalmente se leen a esa edad. De ellos, los que más me afectaron fueron sin duda todos los libros que leí y releí de Julio Verne, Robert Louis Stevenson (que leí de maneras distintas en dos épocas de mi vida), Alejandro Dumas, Mark Twain, Lewis Carroll, Tolkien, el gran Víctor Hugo, Edgar Allan Poe, Washington Irving, Chesterton, Lovecraft, Hemingway y el poderoso Kafka. En esa misma época y cada vez en mayor medida me llené de ciencia ficción, de cuyo catálogo tengo que mencionar a Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, William Gibson, Philip K. Dick, Douglas Adams y Stanislaw Lem que entre las de otros, devoré casi todas sus obras. Ellos me llevaron a leer libros más científicos, que indudablemente también me formaron.
«Estando en la Facultad de Ingeniería, en una búsqueda un poco más selecta, abandoné la ciencia ficción y me dediqué por completo a estudiar a los panameños trascendentales y a los latinoamericanos más famosos. Hondamente, me influenciaron José María Sánchez y su hermano Guillermo Sánchez Borbón (cuyo Ahogado es una joya), Rogelio Sinán y Mario Augusto Rodríguez que, a pesar de ser mi tío, no había descubierto hasta ese entonces. Leí también detenidamente una amplia muestra de la obra de García Márquez, Cortázar, Carlos Fuentes, Álvaro Mutis, Octavio Paz, Pablo Neruda, Cabrera Infante, Vargas Llosa, Juan Rulfo, Ernesto Sábato, Bioy Casares, Horacio Quiroga y fue, para ese entonces, que descubrí a Borges que me hizo replantearme el universo en mi cabeza y cuya obra no dejo de releer completa desde entonces. Si alguien me ha influido más que ningún otro autor ha sido el maestro argentino.
«Al salir de la universidad me dediqué a explorar otras literaturas. Como influencias puedo mencionar lo que he leído de Milan Kundera, Humberto Eco, Thomas Pynchon, Paul Auster, Toni Morrison, Salman Rushdie, Walt Whitman, Matsuo Basho, Ryonosuke Akutagawa y Yukio Mishima. Deben escapárseme varios nombres, pero creo que están la mayoría de esos autores que he llegado a apreciar luego de conocerlos muy bien. Por supuesto en ese tiempo leí divertido toda clase de cosas, desde los más humildes pasquines hasta novelas contemporáneas que fueron desde las policíacas de Agatha Christie hasta las de espionaje de John Le Carré. Leer es un placer del que me confieso abusador.
«Ahora, dedico mi tiempo a leer la literatura más contemporánea, sobre todo la que se publica en ese Aleph soñado por Borges, esa maravilla que es la Internet, sobre todo cuento y poesía. De ello no quiero emitir una opinión hasta que haya pasado el tiempo necesario.
FMC: A su juicio, ¿por qué resulta fundamental que, desde pequeños, se inculque la lectura de buenas obras literarias a los jóvenes? ¿Qué hace realmente la literatura por alguien que empieza a asomarse al mundo?
JLRP: Pienso que lo fundamental es enseñar a los jóvenes el amor por ese mundo de divertida fantasía y aventura que hay en cada pieza de ficción, oral o escrita. Amor que, por supuesto, debe inculcarse junto a un razonamiento, un pensamiento crítico. Ese gusto por la narrativa se obtiene fácilmente, pues es inherente a todo niño. Sólo después se puede enseñar a leer y disfrutar de la lectura. En su momento llegarán las buenas obras literarias.
«El problema para los padres y el sistema educativo en general, es que esto se debe hacer a la edad en que todavía los niños no van a la escuela que es cuando la curiosidad verdaderamente los llena. Y es difícil que un padre que no gusta de la lectura y este tipo de arte, o siquiera tenga el tiempo, pueda enseñarle a sus hijos. Es un círculo vicioso que tenemos que encontrar la manera de romper.
«Lo importante de todo es que la lectura nos muestra el universo con todo su rico contenido, incluyendo el de la mente poderosa de grandes hombres y mujeres, de un modo que jamás podremos experimentar personalmente. De esta formación, de esta experiencia, se sale más sabio y mejor preparado para enfrentar al mundo.
FMC: ¿Qué le recomendaría a los jóvenes que desde temprana edad sienten una inclinación hacia la escritura creativa; o en general, a cualquiera persona sensible que, por alguna razón, aún no ha entrado de lleno al mundo de los buenos libros?
JLRP: Para empezar, tener libreta y pluma siempre a mano para anotar cada idea, cada estímulo producto del entorno o la lectura, cada trozo de loca imaginación. Por supuesto, también vivir y leer; observar; absorber el ambiente; estimularse con la realidad. De eso nacen las ideas de las que surgen las obras literarias.
«Ahora bien, para escribirlas hace falta leer y algo más: hay que estudiar la estructura de las buenas obras con un ojo que vaya más al fondo que la trama o la historia contada. Una vez comprendido este armazón, se debe empezar a utilizar las ideas para convertirlas en poemas, cuentos, novelas o la forma literaria que mejor les quede.
«Por último, hay que dar lo escrito a otros. Buscar la opinión de cuanto lector conozcamos y mejorar, siempre, mejorar con esa información.