Esta entrevista fue realizada por Egbert Lewis, director del suplemento cultural Dia D, del diario Panamá América, el 29 de noviembre de 2014 tras la polémica causada por algunos escritores panameños que expresaron en las redes sociales sentirse afectados por el fallo del Concurso Literario “Ricardo Miró” 2014 en el que se declaró desierta la Sección Cuento. Fue publicada parcialmente el 7 de diciembre en el periódico impreso y [[AQUÍ]].
Egbert Lewis: Tras declararse desierta la sección cuento de este año en el Ricardo Miró ha habido reacciones de todo tipo. Quítese la toga de jurado, denos su punto de vista sobre si conviene o no que no se premie una categoría.
José Luis Rodríguez Pittí: Muchas de las reacciones han sido sorprendentes, las dos peores son el caso de un autor que se ha dedicado a acosar a los miembros del jurado a través del correo electrónico, reclamándoles por no haber elegido la “menos mala” de las obras, y otro que los ha acusado públicamente de ridiculeces sin fundamento. Reclamos que surgen sólo después de haberse declarado desierto el concurso en el que ellos aceptaron las reglas que contemplan esta posibilidad. A estas personas habría que preguntarles por qué es hasta ahora que están en desacuerdo con las bases que pudieron objetar antes y qué buscaban al inscribirse.
Porque este concurso es claro en lo que busca y en lo que no busca. Según la Ley 27 de 1946 que lo formaliza (ya había nacido en 1942) es un certamen para honrar la memoria de Ricardo Miró que, no sólo era un gran poeta, sino que era un cuentista de primera. Siendo así, este concurso no es para elegir la menos mala entre muchas obras inscritas, para publicar un libro al año seleccionado entre un grupo reducido, para estimular a los principiantes o para entregar una ayuda económica a un escritor: es para que el Jurado Calificador escoja aquella pieza de contenido y estética única, obra de arte literario, que sirva al propósito del homenaje a un escritor panameño ejemplar. Y, hay que resaltarlo, el Miró no sólo es el más importante de las letras panameñas, sino que es uno de los más antiguos premios nacionales de todo el mundo hispano.
Es por eso que el Miró contiene la cláusula que permite declararlo desierto. No es una cláusula absurda, ni improvisada, sino el mecanismo para que solamente se elijan trabajos del más alto nivel artístico.
Lo cual no es nada ni sorprendente ni único en certámenes de prestigio que premian obras de alto nivel literario. Por ejemplo, el Pulitzer este año declaró desierta la categoría de “artículo de fondo” y en 2012 la categoría de “narrativa”, a pesar de tener obras y autores destacados entre los finalistas que, a diferencia del Miró, son conocidos por el público antes de que se de el fallo.
Y es el Jurado Calificador que nombra el Inac el que debe decidir esto, sobre las obras participantes. No es sencillo y puede ser muy doloroso, como lo fue este año, descubrir que las obras no cumplían con los estándares exigidos en las bases. Pero no debemos olvidar que se trata únicamente de la evaluación de los libros en competencia y para nada es un análisis de la situación de la literatura panameña actual.
EL: Perfecto. Ahora, veámoslo desde la perspectiva del género: hay quienes estiman que el cuento es el género más fuerte de la literatura nacional y, mucho más en estos tiempos. ¿Cómo enfrentar eso con el hecho de que no pudo salir un ganador entre 38 prospectos que hubo en el Miró?
JLRP: Más fuerte, ¿en qué sentido? Si es con respecto al Miró, eso habría que preguntárselo a los que crearon esa hipótesis. Y si es así, según ellos, yo les preguntaría también cómo explican que el Miró en 2007 fuera declarado desierto por el uso en las obras de un lenguaje propio de siglos pasados, entre otras bellezas comentadas en el fallo correspondiente. O que el de 2013, aunque tuviera un ganador, el jurado hiciera tanto énfasis en el poco cuidado que tuvieron los autores con la calidad literaria de sus obras. Algo anda mal con esta hipótesis, al menos respecto al Miró. Y, en definitiva, algo está pasando con los cuentistas que concursaron este año que no está pasando, por ejemplo, con los poetas. Es hora de meditar sobre este asunto.
Ahora bien, esto no quiere decir que en Panamá no haya buenos cuentistas. Hay que tener bien claro que no todos los cuentistas participan en el Miró. Si creemos lo que muchos dicen, que inscriben dos o tres obras, entonces en la versión de este año participó menos del 20% de los casi 150 escritores activos en Panamá.
En años anteriores me ha tocado ser jurado en concursos de cuento en los que se han presentado muy buenos libros del mismo género, incluyendo el del panameño que se ganó el Rogelio Sinán 2012-2013, que es un premio difícil, para autores de toda Centroamérica. Si una de estas obras hubiera participado en el Miró de este año, se hubiera llevado el premio sin esfuerzo alguno.
EL: ¿Las deficiencias que encontró el jurado en las obras sometidas a su consideración fueron más de forma o de fondo?
JLRP: Hubo de todo un poco. Este es un concurso abierto a todo el que quiera enviar la cantidad de páginas con textos que aceptan las bases. Así que hubo un par de colecciones de chistes y anecdotarios, y libros con errores de ortografía y gramática elementales. Algunos, escritos por principiantes que no dominan aún el uso del lenguaje o personas que, aunque saben redactar, desconocen lo que es la narrativa contemporánea. Pero esto ocurre en toda competencia literaria y no es preocupante.
Igual que otras veces en concursos panameños, es abrumadora la cantidad de escritores que desconocen los rudimentos del oficio, como el uso de guiones o comillas en los diálogos. No deja de sorprender cómo esto se repite año tras año. Sin embargo, tampoco es algo que deba preocupar, pues son cosas que se pueden corregir en la edición sin cambiar para nada la obra literaria.
El problema más común de este año fue el alto número de obras con tramas defectuosas. Por ejemplo, cuentos que parecían haber sido alargados artificialmente, quizás sólo para cumplir con el número de páginas solicitado, dañando el ritmo que debe tener toda narrativa. O historias nacidas de muy buenas ideas, pero con errores fundamentales en el desarrollo, que debieron haber sido eliminados en la fase de revisión. O libros con uno o dos cuentos excelentes, entre historias imposibles de publicar a causa de serias deficiencias.
Y esto es lo más doloroso de haber sido jurado este año: aunque con esas narraciones excelentes se pudiera hacer una muestra de la ficción breve escrita este año en Panamá, no se podía encontrar a un ganador. Pues en el Miró se premia la colección completa, es decir, aunque no se puede esperar que todos sean excelentes, el conjunto de cuentos debe tener una calidad adecuada y todos deben ser publicables. Estos autores deben dedicarle un poco más de tiempo a tener un libro completo de cuentos con textos del nivel que han demostrado que pueden lograr. O encontrarle salida a esas historias buenas que, en mi opinión, no merecen estar encerradas en espera de un premio.
EL: ¿Le pareció, en algún caso, que los libros de cuento fueron hechos para cumplir con inscribirlos y “estar en carrera” por los 15 mil dólares y todo lo que implica el premio, más que un genuino trabajo literario a conciencia?
JLRP: No tengo cómo saber en qué pensaban todos los concursantes. Pero sí te puedo comentar que, leído el fallo del concurso, algunos autores se me han acercado y hemos conversado sobre sus libros. Algunas han sido personas jóvenes que, me he alegrado mucho, tienen toda la disposición de mejorar su trabajo. Un par de esos casos era de obras prometedoras, que estoy seguro que vamos a volver a ver, pero como ganadoras de un premio. También conversé con un escritor de más trayectoria y fue una experiencia muy positiva: hablamos de las tramas, los personajes, y aquello que va a hacer de su colección una pieza ganadora. Estas personas no me parece que anden a la carrera o sólo interesadas en los 15 mil dólares. Son escritores preocupados por su trabajo literario y en plena creatividad, por lo que van a llegar muy lejos.
Sin embargo, no todos los casos han sido así. Como ya te dije han sido lamentables los insultos, acosos y reclamos de algunos escritores. Pero solamente son un par de personas entre todas las que compitieron.
EL: En su experiencia, ¿a qué atribuiría estas deficiencias?
JLRP: Cada caso es diferente. No se puede generalizar, en especial cuando hablamos de obras artísticas. Pero, te puedo decir que a muchos les hubiera ayudado recurrir a un editor literario. Y a algunos les faltó, además, buscar el apoyo de un corrector. Esto es positivo y te explico el porqué.
A diferencia de un libro con excelente prosa pero muy malas historias, los libros que te digo que requieren un editor pueden convertirse en ganadores una vez se pulan lo suficiente. El Miró 2014 no es el final del camino, sino el principio para esas obras con potencial.
Entre esas, habría que destacar uno que trataba sobre una mujer panameña emigrante que, de perfeccionarse, va a ser una novedad valiosa. También dos libros cuyos autores se nutren del horror de Lovecraft o Poe, con historias ambientadas en nuestro país caribeño. Y, el caso que más me llama la atención es el de alguien, cuya identidad desconozco, que en el pasado quedó finalista de un concurso muy importante en el que fui jurado: en aquella ocasión el libro tenía ciertas fallas que le impidieron ganar, sobre todo problemas con la verosimilitud en ciertas tramas. Ojalá las corrija y gane en el futuro.
Por eso me opongo a que este Miró sea visto como algo del todo negativo, como han expresado ciertas personas. Deben ser es buenos competidores, hacer un alto, evaluarse, revisar las obras y mejorar. Seguramente el resultado será un libro de mucha mejor calidad.
Claro que habrá también quien decida cambiar sólo la fecha y reenviar todo de nuevo, como quien vuelve a jugar la lotería con el mismo número una y otra vez. Sobre esto ya le tocará evaluar a los jurados del futuro.
EL: Dicen que los jurados nacionales debieran ser eliminados debido a que son susceptibles de dejarse llevar por simpatías y antipatías si reconocieran el estilo de algunos de los participantes en alguna de las obras presentadas. ¿Qué opina al respecto?
JLRP: La pregunta es quién ha dicho tal cosa y con qué objetivo. Si es alguien que conoce cómo funciona el Concurso Ricardo Miró o alguien que lo desconoce.
Si es lo segundo, le diría que hay varios mecanismos para evitar que esto suceda. Para empezar, le explicaría que todas las obras concursan de forma anónima. Y las bases (este año en el artículo 22), exigen que si un jurado se entera o descubre la identidad de uno de los participantes, debe renunciar. Me parece que no podemos asumir que los jurados, sólo por ser panameños, no van a ser lo suficiente éticos como para cumplir con estas bases.
Además, las reglas del Miró van más allá: nacional sólo hay un jurado, que es acompañado de dos personas extranjeras y residentes fuera del país. Ninguno se conoce entre sí hasta el día en que se reúnen para dar el fallo, que debe ser emitido en apenas unas horas. La posibilidad de llegar a acuerdos corruptos es muy pequeña. Sobre todo este año, gracias al trabajo cuidadoso y profesional de la Jefa de Letras del Inac, la profesora Aleyda de Gracia.
Por otro lado, para decidir el ganador sólo se necesitan dos de los jurados, pues los fallos pueden ser divididos. Así que supongamos que la frase es correcta y que el jurado panameño está corrompido: le sería imposible premiar, por las razones que sea, a una obra sin la calidad literaria necesaria, pues los otros jurados corregirían la decisión eligiendo otra obra con las cualidades adecuadas, y sin dar su fallo sobre la base de simpatías o antipatías. Para eso se requeriría que los tres jurados fueran delincuentes.
El problema, estimado Egbert, es si el que dijo esa frase conoce bien cómo funciona el Miró. Si ese es el caso, es una falta de respeto hacia los jurados y hacia todos los que han ganado este premio. Yo sólo conozco el caso de una persona que ha escrito una carta donde acusa a los jurados panameños de actuar por “simpatías o antipatías”, aseverando que ha pasado antes. Es patético que esta persona que ha participado varias veces en el Miró (y hasta lo ganó una vez), que ha sido Jefe de Letras del Inac, encargado de las bases y de los jurados, y que organiza concursos usando jurados panameños, para los que busca apoyo de diversos patrocinadores e instituciones, haga estas declaraciones sin fundamento. Y es más patético que lo haga sólo después de conocer el fallo desierto de este año. Me parece que hay que ser serios a la hora de emitir estas opiniones, que hasta se podría decir que son injuriosas. Y, si se sabe de actos de corrupción, se deben denunciar con formalidad. Toda la comunidad lo apoyaría en eso.
EL: En su calidad de escritor, promotor cultural y, varias veces, jurado, ¿cuáles identifica como las principales flaquezas del concurso nacional Ricardo Miró?
JLRP: La circulación casi inexistente de las obras ganadoras y la falta de promoción de sus autores.
El Inac gasta una fortuna en organización, premios y la impresión de los trabajos ganadores, pero invierte muy poco, tal vez nada, en poner a circular los libros. Y esto es fundamental hacerlo. Algunos autores creen que imprimir el libro es parte del premio, pero no lo es: el Inac compra las obras a cambio de lo que paga al ganador, tal como lo explica la Ley 38 de 2002 que define este concurso hoy. Es necesario que esta inversión rinda frutos y las obras lleguen a todos los lectores posibles, tanto los del sistema educativo como a todos los del mercado internacional de los libros. Haber sido ganadores de un certamen con tanta historia como el Miró debe ser aprovechado en facilitar esta circulación de la que debe encargarse el Inac.
Claro que, para que las obras circulen con éxito, se requiere que las ediciones sean de alta calidad, además de estar bien hechas, cosa que no está sucediendo a pesar de estar reclamándose desde hace años. También se necesita que el Inac planee esto y lo ejecute, para lo que requiere de un presupuesto y personal dedicado. No puede seguir improvisando o las obras seguirán deteriorándose en bodegas o siendo ofrecidas, sin éxito, a 25 centavos en ferias locales del libro.
Si el Inac no está interesado en lograr esto, una alternativa es que deje de premiar obras inéditas y se dedique a premiar libros ya editados. Esto ayudaría a la industria editorial, hoy casi inexistente en Panamá, y ayudaría a subir el nivel de las obras ganadoras que, antes de entrar a concursar, han debido ser corregidas y perfeccionadas para poder ser editadas. Por otro lado, acabaría con las obras circulando en el anonimato, de concurso en concurso: el autor tendría la posibilidad de publicar, obtener regalías por la venta de sus libros y, al mismo tiempo, obtener un premio.
EL: ¿Qué debieran hacer los autores, y qué debiera hacer el Inac, para que el concurso Ricardo Miró mantenga su nivel de excelencia y mejore?
JLRP: Los autores deben escribir y pensar en publicar, antes de pensar en inscribirse en cualquier concurso, incluyendo el Miró. Hay personas que dicen tener varias obras participando en este certamen, a veces por décadas, con la esperanza de ganar algún día. Esto es terrible, pues los escritores deben trabajar para ser leídos. La recompensa económica, necesaria para vivir y seguir trabajando, debe venir como parte de la publicación y circulación de las obras. Y los premios, como el Miró, deben servir como estímulo adicional y no como una forma de mantener al autor que, con mucha suerte, gana con una obra que ha estado cautiva en el sistema.
Imagínate que fuera así con los economistas, los sociólogos, los científicos o los periodistas, trabajando en la oscuridad, sin publicar los resultados de sus investigaciones, sin contribuir al país, esperando el día en que les otorguen un premio cuya condición fundamental sea precisamente ese anonimato, ese secreto.
Por su lado, el Inac debe mantener el nivel del concurso exigiéndole a los jurados que solamente elijan obras de alto nivel literario. Y debe responder de manera contundente a esas voces que dicen que el premio se debe otorgar al trabajo menos malo, como si en Panamá no existieran autores de alto nivel. Es obligación del Inac defender a nuestros mejores autores, algunos de los cuales han ganado el Miró, que están lejos de ser artistas mediocres. Y debe innovar, como te decía en la respuesta anterior, mejorando su trabajo editorial y metiéndose de lleno en la distribución de obras literarias, que tanta falta hace. O, de otra manera, premiando libros ya editados y, de paso, apoyando el desarrollo de una industria editorial en el país.
EL: ¿Pudiera explicar un poco la parte del fallo en la que se solicitaba a los escritores reflexionar sobre las exigencias del oficio literario, el cuidado del lenguaje y la coherencia compositiva que exige un conjunto de cuentos?
JLRP: De alguna manera he tocado esto a lo largo de la entrevista. El escritor trabaja con la palabra, pero no con la palabra cruda, sino con el lenguaje y el efecto que este produce en la mente. Para ello recurre a dispositivos y técnicas literarias que deben ser dominadas para que sus obras sean efectivas. Esto no ocurre de la noche a la mañana. Es el resultado del trabajo de aprendizaje que puede tomar toda la vida. Algo que debe hacerse con rigor o nos arriesgamos a sólo aprender lo que Alejo Carpentier definió como “la tintorería del oficio”.
Esto es igual en otras artes. Por ejemplo, en la música en la que el creador trabaja con sonidos y silencios relacionándolos en el tiempo. O en las artes visuales, en las que el artista utiliza el color, la luz y las formas distribuyéndolas en el espacio. Pero, para hacerlo bien, debe dedicar años en el conservatorio o en la academia, respectivamente.
Para poder escribir un libro, de cuentos o de otro género literario, el escritor debe conocer muy bien el uso de estas herramientas, pero también debe tener algo importante que decir, sobre lo que debe haber meditado, como decía Baudelaire (gran poeta), desde antes de tomar la pluma para escribir el título.
El fallo, que no puede ser nunca un análisis detallado de cada obra individual, va dirigido a los escritores participantes que, lo asumimos, saben cuáles son estas exigencias.
EL. ¿Si tuviera la oportunidad de recapacitar, volvería a fallar igual?
JLRP: El fallo del Miró 2014 fue el resultado de un estudio previo, de más de tres meses de duración, de cada una de las obras, terminado en una discusión seria y meticulosa. No fue algo que se hizo al calor de un momento o de manera superficial. Así que las mismos obras obtendrían lo mismo. En el Miró, o en cualquier concurso con un jurado serio.
Por supuesto, como te dije antes, hay algunas colecciones que, si son trabajadas por los autores, ojalá que con el apoyo de un editor, pueden convertirse en libros publicables y, algunos, en ganadores. Ellos pueden recapacitar y lograr que en el futuro la decisión sea distinta.
Pero así como está el material, no veo cómo podría cambiarse el fallo.